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Una de las cosas que siempre me ha obsesionado a nivel profesional es tener claro el rumbo a seguir, los objetivos que me debo fijar, si las cosas que hago aportan valor o no a estos objetivos, etc.
Como parte de estas reflexiones y con la intención de reflejar parte de mi experiencia diaria, en 2011 empecé la sección ‘pensamientos’ donde hablo sobre todos estos temas.
Hoy quiero darle una vuelta de tuerca más al post con el que inauguré la sección: ‘De cómo el trabajo duro te lleva a conseguir tus objetivos’.
El post habla sobre la importancia de fijarnos un objetivo claro y poner todos los medios a nuestro alcance para conseguirlo. Sobre cómo las cosas que hacemos que aportan valor real, nos ayudan a ir construyendo esa ‘carretera’ que finalmente nos llevará a nuestra meta.
Esta carretera no es, ni mucho menos, una autopista recta de 5 carriles. Esta llena de curvas, desvíos y baches que hacen que el camino sea más lento de lo que nos gustaría.
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Al igual que en una estrategia digital, con cada tarea, proyecto, reunión, etc. nos debemos preguntar si realmente aporta a nuestros objetivos. Debemos aprender a elegir y a decir que no cuando corresponda.
Obviamente en ocasiones podemos (y yo creo que debemos), ser altruistas y hacer cosas que ayuden a los demás, o porque no estamos seguros de si aportan o no, pero en el otro 90% de los casos, si no aporta, no se hace.

Cada cosa que hagamos, debe ayudar a construir esa carretera hacia nuestros objetivos.

 ¿Cuáles son los factores que nos desvían de nuestros objetivos?

Las posibilidades son enormes, pero voy a citar tres por las que he pasado o he visto en terceras personas.

 1. Cambios profesionales

Ya sea como parte de tu evolución profesional, por estar en paro o por reciclarte profesionalmente, a la hora de cambiar de trabajo debemos buscar la complementariedad.
Si el cambio es muy radical, por mucha experiencia que tengamos, empezaremos prácticamente de cero. Nos podremos a competir con personas que aunque tengan menos años de experiencia laboral totales, saben más de esa especialidad que nosotros.
Obviamente en caso de necesidad debemos hacer cuanto esté en nuestra mano para conseguir trabajo, pero dónde tenemos más posibilidades de encontrarlo ¿en algo dónde podamos aportar valor con nuestra experiencia o donde empezamos de cero?
En la época de crisis he visto directivos con muchos años de experiencia planteándose hacer cursos de community management en redes sociales (no conozco ninguno que consiguiese trabajo).
No siempre acertamos a la primera al definir nuestro camino, pero una vez lo tenemos claro, cada paso que demos debe sumar. Personalmente solo me plantearía un cambio profesional radical, en el caso de encontrarme en un callejón sin salida, sin posibilidad de evolución.
Incluso cuando ya tenemos claro nuestro camino y las cosas marchan, en ocasiones surgen proyectos o nuevos trabajos que aun pareciendo complementarios, pueden resultar un desvío innecesario de nuestro objetivo.
Son esos ‘cantos de sirena’ en forma de trabajos en empresas de renombre, promesas de crecimiento profesional y/o mayor sueldo difícilmente alcanzables, proyectos a los que nos lanzamos más con ilusión que con cabeza,… como decía al principio las posibilidades son muy variadas.

Lo importante es que desarrollemos ese instinto para saber diferenciar lo que aporta de lo que no, y elegir mejor. El objetivo no es acertar el 100% de las veces, sino equivocaros menos.

2. Desempeño laboral

El anterior punto es más estructural o si lo quieres pensar así, más estratégico. Pero este segundo me parece igual o más importante que el anterior.
En nuestro trabajo (ya sea por cuenta ajena o propia), nos suele costar priorizar las tareas a realizar.
En muchas ocasiones nos ponemos a hacer cosas ‘porque toca’, porque nos parecen más divertidas, porque alguien nos lo ha recomendado o mandado (en el caso de un jefe), etc., pero no nos paramos a pensar si realmente debemos hacerlas y en caso afirmativo, cuándo. Necesitamos aprender a priorizar.
En cada momento de nuestra vida laboral o de la empresa que estemos gestionando, tenemos que tener claro que cosas son las que mayor y mejor impacto van a causar sobre los resultados y guiar nuestro día a día bajo ese criterio.
Esta es la clave. Tener claro lo que aporta e ir a por ello apartando y/o eliminando lo accesorio. Si no tenemos claro dónde queremos ir, difícilmente podremos tomar las decisiones correctas.

 3. Distracciones y quejas

Otro tema recurrente y que afecta directamente al punto anterior, son las distracciones y las quejas.
Las distracciones forman parte de nuestro día a día, y hasta cierto punto son normales.
Si aprendemos a priorizar y a marcarnos objetivos diarios, tendremos que aprender a eliminar las distracciones. Si queremos cumplir esos objetivos, no nos va a quedar otro remedio.
Otro tema son las quejas constantes. Son un tipo de distracción, pero más peligrosa. Porque además de tiempo, nos roban energía y nos desvían de nuestro objetivo.
No estoy diciendo que debamos ser insensibles o que debamos ignorar los problemas.
Los escollos seguirán estando ahí por mucho que hagamos cualquiera de estas dos cosas, pero regodearnos en los problemas, darles vueltas una y otra vez, no nos va a aportar nada positivo.

En lugar de preocuparnos, debemos ocuparnos.

Es decir, debemos buscar una solución al problema y ponernos a trabajar en ello.
Habrá temas que tengan difícil solución o que no sepamos solucionar. En estos casos deberíamos valorar un camino alternativo y dejar ese problema sin solución aparente para más adelante (al final todo tiene solución. ¡O al menos eso dicen!).
Lo importante es ponerse en marcha y con una dirección clara.
Las fotos que acompañan al post (planes vs realidad, enfocar) son de ShutterStock.

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